sábado, 18 de agosto de 2012

Un paseo por el norte de Moscú

... intentando ir por parques y hasta el embarcadero del parque Rechnovo.




Salgo de casa y voy un buen rato sobre asfalto dirección norte...





Y tras luchar una media hora con Moscú, el asfalto ya es la tierra y el humus de un gran parque: Pakrovkoe-Streshnebo.






Sin coches, ni apenas peatones (días de lluvia y jornada laboral mediante) puedo por fin correr un poco en esta ciudad, aun con la bici contrapedal de paseo. 




Tras atravesar el parque, una zona ultrapija de colegios para los hijos de los millonarios donde los seguratas me miran con cara rara (ya sabeis, parezco del Cáucaso o algo así... terrorista musulmán seguro) y un extraño puente sobre un gran canal; llego al lago del embarcadero.



Un sitio curioso. Torres al borde del agua, y al borde del agua gente en calzoncillos disfrutando del calor del día.





Una pasarela estrechita de cemento me ayuda a pasar sobre otro canal.






Y ya al otro lado, miro al Sur. Mi barrio anda por algún lugar unos kilómetros detrás de ese monstruo blanco, muy cerca de la gran torre oscura que se ve al fondo.




El embarcadero es una especie de estación de ferries, llamados "rackets". De aquí salen multitud de lineas de "cercanías" que por los canales -que construyeron los presos bajo Stalin- llegan a multitud de pueblos y pequeñas ciudades en los alrededores de Moscú y más allá. De hecho, se llega al mar Báltico desde aquí, en barcos fluviales enormes, como los ferries de gran capacidad que unen Suecia con Finlandia, España con Marruecos, etc... Hay cruceros fluviales de placer y todo.




¿Os pensabais que el embarcadero era como el de El Retiro en Madrid?
¡Aquí circulan barcos de miles toneladas! Hay muelles y gabarras para el transporte de arena, carbón, piedra, madera... enormes gabarras más largas que dos autobuses. Se pueden apreciar los enormes barcos que llegan al Báltico y San Petersburgo.



Hay una especie de museo acuático en la orilla opuesta al embarcadero. Pude ver un hidroavión bastante, bastante grande (los árboles no me dejaron echar la foto con el móvil en condiciones) y varias embarcaciones curiosas de distintas épocas. Aquí un hovercraft.




Había patos, sobre todo ánades reales.



Una especie de barco militar, en aparente estado de abandono.



Para darme la vuelta y alcanzar la otra orilla, típica odisea moscovita: no hay paso de peatones, no hay puente sobre la MKAD (el equivalente a la madrileña M40 o M50). Vamos, el típico desastre de la típica ciudad pensada para el automóvil y no para la gente. Afortunadamente, la tendencia "andarina" de los moscovitas (puesto que rechazan las bicis, andan kilómetros cotidianamente, habida cuenta de la situación del transporte público) siempre se traduce en senderos improvisados por isletas de verde, cunetas, etc... Un salto sobre los quitamiedos y a seguir investigando.



Aquí se cortó mi paseo... por hacer el gañán y pensar que una bici de paseo, por muy soviética que sea, puede aguantar subir en velocidad única desniveles serios con abundancia de barro. En fin, que partí la cazoleta donde se albergan los rodamientos del eje del pedalier, reventando un anillo de rodamientos. Afortunadamente, sólo estaba a 9 kms de casa y pude ir como un sapo montado en una bici sin pedales (y sin freno, puesto que es contrapedal... y no tenía pedales!). Al llegar a casa tenía el culo echando fuego.

Una buena aventura.


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