miércoles, 29 de agosto de 2012

Un concierto en el bosque.

El pasado sábado 25 de agosto Ribka dimos un concierto en un bosque al norte de Moscú. Era una especie de evento organizado por un sello "underindie" de modernos "punks". Modernos "punks" de aquí. Mala experiencia: montando ruido y dando por saco en plena naturaleza, en un claro de un bosque donde había multitud de ranitas, de las que perecieron pisoteadas unas cuantas. Intenté echar a zonas seguras unas cuantas con las manos, pero al final desistí, saltaban las condenadas mucho; lo más gracioso era ver a los chavalines/as modernillos/as con sus pantalones de pitillito, los flequillos, camisas de cuadros ajustadas, el vinilo de una banda "superunder" asomando de la bolsa, las gorras planas y de espumas, la pose estudiada de cigarro+birra, mirándome como el frikazo que les debí parecer atareado con las pobres ranas. Al final me piré a leer a Zizek bajo un pino.
Ya estoy mayor para tanta tontería y encima aguantar, también en un bosque, los putos cigarros del personal.
La electricidad procurada por un generador (mas ruido y gasofa en el bosque) que dejaba de funcionar cuando "se calentaba" (????).

El sitio era a unos 60 kms al norte de Moscú, estaba lleno de garrulos pescando (dando por saco a los animales), barrigones en calzoncillos y bañador chupando alcohol. Todos con el coche aparcado a dos metros de donde se habían instalado. ¿Para qué iban a andar?¿Qué mejor manera hay de ir "a la naturaleza" que con un coche-autobús de esos que tanto les mola y aparcarlo, literalmente, en la orilla del canal?

En fin, que fui, esperé a tocar, toqué como el culo (porque habían colocado la batería EN UNA CUESTA y estaba más atento de que el pedal funcionara y no caerme que de tocar), y me piré echando hostias al tren. Podría haberme quedado al menos a andar por el bosque. Pero eso significa ver toneladas de basura, hogueras sin cuidado, cebollos armados con hachas cortando ramas, garrulos matando peces para divertirse, tabaco por todas partes y alcohol, mucho alcohol. Así que para que se me rompa el corazón viendo cómo tratan al bosque, casi que me largo.

Aquí unas fotos del día:


Sasha, nuestro bajista, en plan Caperucita Roja.


Una gabarra por el canal.


La estación de tren.


Y aquí hay un tema del concierto; uno de los que se nos va la luz.


sábado, 25 de agosto de 2012

Bicis en la noche

Ya lo he dicho varias veces: las mejores horas para vivir en esta ciudad son las de la madrugada. Para montar en bici sobre todo. Cuanta menos gente, más humano y civilizado parece todo. Aquí va una serie de fotos (muchas tiradas en marcha) desde las 4 hasta las 6 de la mañana de un día cualquiera de agosto de 2012 en Moscú.


Cielos plomizos, lluvias intermitentes, nubes aceitosas y amarillentas devolviendo la luz a la urbe.



 No hay coches. Las únicas horas en que realmente te sientes seguro en la bicicleta por las calles.






Una central térmica, pincelada post-apocalíptica bajo el pesado cielo de Moscú. En los barrios de la ciudad hay varias.






El amanecer. Leningradsky Prospekt casi humanizada.


El habitual alcohólico imsomne, tras cruzar la noche a lomos de su cerveza, da la bienvenida al nuevo día, tambaleándose y balbuciendo.

martes, 21 de agosto de 2012

INDIE ROCK


Caja de batería, cuatro platos, pedal del bombo, baquetas... rock independiente del gasoil y el conglomerado del automóvil...

sábado, 18 de agosto de 2012

Un paseo por el norte de Moscú

... intentando ir por parques y hasta el embarcadero del parque Rechnovo.




Salgo de casa y voy un buen rato sobre asfalto dirección norte...





Y tras luchar una media hora con Moscú, el asfalto ya es la tierra y el humus de un gran parque: Pakrovkoe-Streshnebo.






Sin coches, ni apenas peatones (días de lluvia y jornada laboral mediante) puedo por fin correr un poco en esta ciudad, aun con la bici contrapedal de paseo. 




Tras atravesar el parque, una zona ultrapija de colegios para los hijos de los millonarios donde los seguratas me miran con cara rara (ya sabeis, parezco del Cáucaso o algo así... terrorista musulmán seguro) y un extraño puente sobre un gran canal; llego al lago del embarcadero.



Un sitio curioso. Torres al borde del agua, y al borde del agua gente en calzoncillos disfrutando del calor del día.





Una pasarela estrechita de cemento me ayuda a pasar sobre otro canal.






Y ya al otro lado, miro al Sur. Mi barrio anda por algún lugar unos kilómetros detrás de ese monstruo blanco, muy cerca de la gran torre oscura que se ve al fondo.




El embarcadero es una especie de estación de ferries, llamados "rackets". De aquí salen multitud de lineas de "cercanías" que por los canales -que construyeron los presos bajo Stalin- llegan a multitud de pueblos y pequeñas ciudades en los alrededores de Moscú y más allá. De hecho, se llega al mar Báltico desde aquí, en barcos fluviales enormes, como los ferries de gran capacidad que unen Suecia con Finlandia, España con Marruecos, etc... Hay cruceros fluviales de placer y todo.




¿Os pensabais que el embarcadero era como el de El Retiro en Madrid?
¡Aquí circulan barcos de miles toneladas! Hay muelles y gabarras para el transporte de arena, carbón, piedra, madera... enormes gabarras más largas que dos autobuses. Se pueden apreciar los enormes barcos que llegan al Báltico y San Petersburgo.



Hay una especie de museo acuático en la orilla opuesta al embarcadero. Pude ver un hidroavión bastante, bastante grande (los árboles no me dejaron echar la foto con el móvil en condiciones) y varias embarcaciones curiosas de distintas épocas. Aquí un hovercraft.




Había patos, sobre todo ánades reales.



Una especie de barco militar, en aparente estado de abandono.



Para darme la vuelta y alcanzar la otra orilla, típica odisea moscovita: no hay paso de peatones, no hay puente sobre la MKAD (el equivalente a la madrileña M40 o M50). Vamos, el típico desastre de la típica ciudad pensada para el automóvil y no para la gente. Afortunadamente, la tendencia "andarina" de los moscovitas (puesto que rechazan las bicis, andan kilómetros cotidianamente, habida cuenta de la situación del transporte público) siempre se traduce en senderos improvisados por isletas de verde, cunetas, etc... Un salto sobre los quitamiedos y a seguir investigando.



Aquí se cortó mi paseo... por hacer el gañán y pensar que una bici de paseo, por muy soviética que sea, puede aguantar subir en velocidad única desniveles serios con abundancia de barro. En fin, que partí la cazoleta donde se albergan los rodamientos del eje del pedalier, reventando un anillo de rodamientos. Afortunadamente, sólo estaba a 9 kms de casa y pude ir como un sapo montado en una bici sin pedales (y sin freno, puesto que es contrapedal... y no tenía pedales!). Al llegar a casa tenía el culo echando fuego.

Una buena aventura.


jueves, 16 de agosto de 2012

RIBKA, 13 agosto 2012

Pues eso, que me puse a tocar los tambores en una banda, y el pasado lunes 13 de agosto nos estrenamos en un bar de moteros (o algo así) en el centro de Moscú. Nos llamamos Ribka (pececito). Aquí cuelgo fotos y un video, todos cortesía de la novia del cantante. Las novias de los grupos, ese mundo. La banda es mala, pero mala, por muchas razones. Pero me viene muy bien para no olvidar la batería, practicar el idioma, conocer la escenilla moscovita, tocar en grupos y combatir mi creciente fobia social.




El vídeo, teneis que ir a Youtube a verlo, porque está restringido y no puedo incrustarlo en el blog...




lunes, 13 de agosto de 2012

SPUTNIK 1975.

Bueno, pues ya está, la última. Ya hemos recuperado, o intentado al menos, todas las bicicletas de la familia que estaban criando polvo en la terraza de la abuela. Han sido semanas de ensuciarse, hacerse heridas, cargar peso y hierros por el metro, limpiar, desmontar, desesperarse, sustituir... y aprender mucho.
Y ahora toca disfrutar de estas maravillosas máquinas.

Aquí os presento la última. Es una Sputnik; me dicen que es del año 1975, pero viendo páginas web de coleccionistas., aficionados y restauradores rusos, puede ser que sea de 1978, según los logos e imprimaciones. Es una bicicleta de carretera, aunque de carretera rusa. Eso significa barro, nieve, mucha agua, asfalto deteriorado por las heladas y cambios de temperatura muy bruscos... Así que las cubiertas y llantas originales eran bastante serias, de ciclocross prácticamente. Además, por supuesto, guardabarros.

Incorporaba un plato enorme y varios piñones. No se los he dejado, porque estaban fatal de grasa y polvo apelmazados, y porque para Moscú, que es muy plana, no son necesarios. Además, donde esté la sencillez y ligereza de una única velocidad y un freno contrapedal, que se quite todo. Tampoco le dejé el "peazo" plato, 51 dientes; le he puesto el de la Ukraina, de 48. Así te quitas de la cabeza la posibilidad de, de repente y sin darte cuenta, verte a 40 km/h por una avenida moscovita, donde cualquier colgao se te cruza sin cortarse un pelo y a esa velocidad aunque frenes como un rayo, acabas restregando la cara en el asfalto. O simplemente, con menos plato, menos sufre la cadena y la rodilla al salir del semáforo.

Para aprovechar el material original, de momento mantiene el manillar, bastante torcido (el papá de Natalia se piñó con ella allá por el 79 en algún sitio en los alrededores de San Petersburgo, donde la bici era su vehículo de estudiante) con las manetas de freno, que siguen funcionando estupendamente. Incluso mantengo las zapatas originales y van de maravilla! Claro, me refiero al freno delantero. Igualito que el material de ahora, preparado para joderse a los 5 años (con suerte) y obligarte a comprar, forzando el consumo a toda costa.
La cadena que lleva ahora es una recuperada del Decartón, y parece que va todo bien. El sillín es de la Ukraina negra, del 68. Aún vale, lo estoy amoldando a mi amplio trasero.

Ya la he usado para ir a ensayar un par de veces, y varios paseos nocturnos y me encanta. Más pequeñita que las otras, ligerita pero compacta y muy sólida, acero listo para la guerra que es conducir por Moscú. No sé si ponerle guardabarros o dejarla para días secos, bien ágil.
Fotos maluchas hechas con el móvil.


Los paseos nocturnos con la Sputnik se graban con letras de oro en el postureo modernete y "retroide".


No sé por qué siempre nos hacemos fotos en este puente, cuando ya estamos de vuelta en casa.
El puente mola, eso sí.


Nos costó encontrar una cubierta suficientemente fina para que no rozara con la horquilla, pero que valiera para la rueda de paseo contrapedal de 28". Entra justiiiiiiita.



Este es el aspecto que presenta la pobre cuando voy por la calle habitualmente. Ya me gustaría vestir elegantemente cuando monto en bicicleta, pero el truco para sobrevivir con la bici en este monstruo de ciudad es ser muy, pero que muy visible.


--------------------

Edito en septiembre:


miércoles, 8 de agosto de 2012

Dar pedales en Moscú...

Hace unos días iba a escribir un post en un famoso foro de ciclismo de España, sobre situaciones arriesgadas del ciclista urbano y la necesidad de no dejarse llevar por el miedo, a partir del caso de Moscú; pero resulta que allí cuentan con un filtro de moderación muy cansino que impide poner enlaces, con lo cual se queda buena parte de la información fuera. Así que al final, me puse a extender el escrito y he acabado con 6 pags de word... y lo cuelgo aquí. Un montón de opiniones subjetivas, generalidades y mala ostia. Allá vamos.


Comparadas con Moscú, Barcelona, Zaragoza y Madrid son pueblecitos tranquilos para el ciclista urbano. Y no hablo del tamaño, hablo de la carretera y los conductores.  Aquí la gente está muy desequilibrada y es muy, muy agresiva al volante. Os habréis hinchado de ver vídeos en youtube sobre rusos comportándose como monos cuando conducen.





Me comentan que en muchas ocasiones, los permisos de conducir se consiguen mediante un puñado de billetes.

En este entorno, el ciclista es un estorbo al que se puede amedrentar y hacer pirulas que no creeríais posibles. Pero porque así son los rusos (y sus sectores inmigrantes, venidos de todavía más al Este, del Asia profunda) al volante. Pero sobre todo los rusos, que los inmigrantes no son muy bien recibidos y no quieren complicarse mucho la vida con la policía o en broncas urbanas.

La propia web oficial de la ciudad lo dice:

El principal desafío para los conductores extranjeros en Moscú lo presenta el gran grado de saturación de las autopistas urbanas, el aumento de la agresividad de los conductores y, como consecuencia de un complejo ambiente en la vía y el incumplimiento de parte de algunos usuarios de las reglas básicas de tránsito. 


Y cuando dicen “algunos” en una web presentada al turismo, quieren decir “muchos, si no la mayoría”. La propia web turística te dice que los conductores aquí son agresivos. Hazte una idea de la realidad “desturistizada”.

Ves a algunos circular por ciudad a 110 con distancias de menos de 2 metros entre parachoques.  Chillan rueda al abrirse un semáforo para pararse en el siguiente 100 metros adelante. Chillan rueda al incorporarse a un calle, girando y derrapando. Cuando llegué a Moscú estaba todo el día acojonado en la calle, no escuchaba más que acelerones, derrapes y frenazos, estaba en todo momento esperando, esperando el crash! del golpe. No; conducen así.  He visto cómo se saltan a toda ostia pasos de cebra con semáforos en rojo cuando una mujer embarazada empujaba un carrito de bebé ya en la calzada, en la salida de un colegio. 

Es que son así, también como peatones y como ciclistas: se saltan los semáforos, conducen la bicicleta por la noche sin luces ni catadióptricos por avenidas de cuatro carriles para cada sentido donde los coches superan los 100 kms por hora, delante de la policía, sin problemas. No hay un respeto a la integridad física, ni siquiera la propia, es como si no hubiera conciencia del riesgo, un rollo fatalista muy asiático aderezado con la profunda decadencia que esta sociedad conoce desde la caída de la URSS.

Es raro que en mis trayectos por ciudad, cuando superan la hora, no me encuentre con al menos un accidente  de circulación. He llegado a ver 3 en menos de una hora.

No hay un concepto de distancia interpersonal siquiera en las colas del metro: se suben a la chepa del siguiente cuando hay solo dos personas en espera, cuando no directamente intentan colarse por el lateral. Vas hablando con tu chica a un metro de distancia en la escalera mecánica y pretenden ponerse en medio porque hay un hueco. En el metro, antes de que la gente de dentro del vagón haya podido salir, ya están entrando.  En realidad, no hay mucho respeto ni civismo: ahora mismo, y es algo habitual, son las 3 menos veinte de la madrugada y el vecino acaba de llegar a casa, probablemente con un morado de órdago, y ha puesto la música a toda ostia, a tanto volumen que estando yo con cascos para no molestar, me llegaban los graves de su bazofia de música taleguera/callejera (un género muy popular por aquí). Si vas a decirle algo o das unos golpes a la pared, muy probablemente llegue a tu puerta a darte golpes a tí o encima te encuentres con que el colega es POLICÍA (no, no me lo invento; una amiga de la familia tenía en el piso de arriba un policía que montaba orgías con prostitutas, alcoholazo y probablemente las drogas requisadas en su ronda, a todo volumen, de madrugada entre semana). De hecho, hace unos días, en la región de Volgogrado un teniente de policía atropelló y mató EN LA ACERA a una mujer y su hija pequeña. Por supuesto iba borracho. El teniente de policía.

Pues aplicad esta actitud de irresponsabilidad constante al resto de la población (rusos, inmigrantes de Asia central, da igual) con máquinas de 2 toneladas a 80/100 kms por hora en calles pequeñas  de dos carriles que solo tienen un carril práctico, porque aparcan en uno de ellos y la otra acera está infestada de coches aparcados . Esa es otra: los coches aparcan por doquier en las aceras y circulan por ellas, entrando por los pasos de cebra. Si esto es legal aquí, ya no lo sé. El caso es que lo hace todo el mundo, delante de la policía. Lo hace la policía.

Ah, la policía. De momento, tengo la impresión de que la policía siempre va a dar la razón, en caso de accidente, al que le ponga el billete más grande en la mano in situ. Esto es así, hay una corrupción generalizada a este pequeño nivel también. La “mordida” de México es el chupito de vodka en Moscú. En caso de que un simio me tire al suelo con su Audi -caro y muuuuy grande, que se note el poderío del que se carece como persona, otra obsesión de buena parte de los moscovitas, coches grandes y aparentes, para que el aparcamiento sea más difícil y los atascos mayores- porque se salte un semáforo o un ceda incluso delante de la policía, no tengo mucha fe en que además no me dé una colleja el oficial de turno por “dar por culo con la bicicletita” y prentender dar lecciones de circulación como miserable extranjero friki y pobretón que soy.

He de añadir también el penosísimo estado del asfalto de las calles de Moscú. En verano además se dedican a reasfaltar la ciudad, con lo que gran parte de las calles están levantadas. Para esta ciudad no vale una bici de paseo clásica y delicada. Mínimo una híbrida robusta. CUenta además con que la iluminación de las calles es bastante deficiente en cuanto te sales de las calles principales del centro. O llevas luz en la bici o te puedes comer una grieta cuando pensabas que ibas a pisar un charco.

Y que no se me olvide el lamentable estado de la señalización lumínica. Cruces de avenidas con ocho carriles que se tiran sin semáforos durante tres días: cruzo el viernes por la tarde y por la noche y me juego el cuello, como los peatones que no tienen más remedio que atravesar por los pasos de cebra que pocos respetan... el domingo vuelvo a pasar por ahí y el tema SIGUE IGUAL. Y ni un jodido policía de tráfico presente.

A añadir el alcoholismo endémico (no se puede comprar colonia de litro en la droguería, no se puede comprar alcohol de farmacia sin receta, por ley, por el alcoholismo) y el BRUTAL ascenso del consumo de drogas que este país ha sufrido en los últimos 20 años.

Lo del alcoholismo es tal, que los clubes ciclistas que dispensan consejos de circulación urbana en bicicleta, ponen como ejemplo de peatón impredecible a ancianos, niños y borrachos, tienen su propio estatus de perfil cotidiano en la ciudad.
Literal. Y no se quedan cortos, es una odisea hacer slalom de dos ruedas el viernes por la tarde-noche entre homínidos que apestan a alcoholazo y van haciendo eses por las aceras.

Suelo hacer unos trayectos de unos 24 kms, ida y vuelta incluídas, un par de veces por semana. Salgo con miedo siempre, ya que he tenido situaciones de alucinar. Pero salgo con mucho cuidado. Más del que he tenido nunca en Madrid o Barna. Además, salgo sobre todo con bicicleta con único freno contrapedal. Voy más despacio de lo que iría en cualquier ciudad de la península, porque aquí la gente no se retracta ni te da la razón cuando te hace una pirula brutal y se lo recriminas de buenas maneras. Encima pueden salir del coche y darte una paliza, o darte un empujón con el bmw o lada cochambroso y largarse tranquilamente, que es muy probable que absolutamente nadie te vaya a ayudar. Así que a lo mejor alargo mis trayectos 20 o 25 min más de la cuenta en beneficio de una circulación segura.

Salgo con miedo con la bici (lo reconozco y lo asumo para poder sobreponerme a ello) porque no es miedo a los coches. Es miedo a los seres humanos que los conducen. Esto no es Europa, ni siquiera es Madrid, que ya es decir para nombrar una ciudad bastante agresiva con la bici, (que por cierto, con la crisis las cosas van a cambiar para mucho mejor en este aspecto, cada vez habrá más ciclistas si los siervos del capital que "gobiernan" España no lo impiden con nuevas medidas como el casco obligatorio, los chalecos obligatorios, la equiparación de bicicletas y camiones, etc.). Aquí hay una mentalidad muy deteriorada tras los volantes de gran parte de esos coches. Os recuerdo que en teoría es el país con mas enfermos mentales del mundo, y mayor consumo de alcohol. Todo dios parece estar desiquilibrado un poco.

En lo social, la bici como vehículo urbano todavía es objeto de mofa o rechazo, pese al código de circulación ruso, que en ese aspecto es prácticamente como los europeos. Incluso se ve como de frikis o pobres. Pese a los intentos “europeizantes” financiados por, tachán, multinacionales del automovil, como el portal Kruti Pedali (“Dale al pedal”: http://tvrain.ru/krutipedali, que desprende esa filosofía de la bici como juguete para el parque o para fiestas concretas algunas veces al año, pero mejor si no te la juegas a diario por las calles).  

Dos datos al hilo de esta afirmación; el primero: mis amiguetes de por aquí, gente joven con menos de 30 años, con aspiraciones cosmopolitas y que hablan inglés, que han viajado "a Europa", con los que toco en un grupo de post-punk y moderneo... que saben lo que es una fixie, por ejemplo... se burlan de las luces nocturnas de la bici, les parecen “un circo”. Se burlan del casco o del chaleco reflectante, por ejemplo. Y se supone que son la "mejor" generación de la Rusia capitalista, la más formada, la que incluso viaja con asiduidad “a Europa”. Pues bueno, para ellos la bici es para ir a comer pipas al parque o para hacer el cabra fuera de la ciudad, transportada en un SUV, el vehículo estrella de Moscú. Y ya.
Y si la usan por ciudad, es para hacer el figurín modernete y extremo, saltando y demás.

Por cierto, sobre el chaleco reflectante: sólo los inmigrantes de Tayikistan, kazajos, etc... visten  chalecos reflectantes (la mayoría trabajan en el asfalto, en los jardines, de barrenderos, en las obras…) y circulan por la calle en sus viejas y recicladas bicis soviéticas, lo que te añade, si lo usas, una carga de ese racismo y xenofobia que pululan cada vez más por Rusia... quizá corras un riesgo extra por parecer un trabajador asiático (no, no distinguen entre un mediterráneo con barba y un musulmán al norte de Irán, por lo menos hasta que no abres la boca, porque llevamos un chaleco reflectante ambos, somos morenos ambos y no tenemos la piel lechosa), y un ruso racista, al volante de su Cayenne, decida enviarte un mensaje "físico" de rechazo.


Lo acojonante es que estos asiáticos están mucho más cerca de la bici como vehículo urbano y cotidiano que los hipsters modernos con sus tatuajes, sus camisetitas con pico, bicis fijas de 800 euros y sus pantalones de pitillito por el centro de Moscú a tomarla en bares donde una copa te cuesta 30 euros y un café 5.


El segundo dato, basta con extraer este párrafo de la web oficial de Moscú, en castellano:

Existen sólo senderos para el ciclismo en algunos parques y plazas, y por lo tanto no se recomienda movilizarse en bicicleta a un punto necesario de Moscú por las vías urbanas, incluso si usted está acostumbrado a efectuar largos recorridos en bicicleta en su país. Por otra parte, debido a las condiciones climáticas de la ciudad, los paseos en bicicleta todo el año puede darse el lujo de realizar sólo personas bien preparadas, poseedores de equipamiento especial.


Toma YA promoción de la bicicleta y de la ciudad habitable. ¿Cómo va la ciudadanía a cambiar su visión de la bici con esta política “ejemplar” de los gobernantes, que te dicen que NO COJAS LA BICI? Es como el caso de la basura y el reciclaje que comenté hace un tiempo: si el ayuntamiento de la sexta megaurbe del planeta no tiene plan de reciclaje, ¿cómo ostias pretendemos que la población siquiera desarrolle un mínimo sentido de respeto ambiental?
Hace poco leí las declaraciones de un responsable de movilidad urbana de Moscú, y dijo que "desaconsejaba el uso de la bicicleta" como vehículo urbano porque "todo estaba muy contaminado y crecerían los casos de asma": http://inosmi.ru/social/20110524/169782532.html (el traductor de google puede valer)

Acojonante el tamaño de tal contradicción.  Más ciclistas en la calzada representan más tráfico racional, humano y respetuoso, al mismo tiempo que disminuyen los coches, los atascos y la contaminación, y por tanto, el asma. Menos ciclistas: más coches, mas "asma". Y si tanto le preocupan al personajazo este el asma de sus vecinos, ¿porqué no ponen en marcha un programa  de control de emisiones para vehículos? Aquí los coches producen unos humos y gases que no pasarían una ITV en el Estado español. Por no hablar del penoso estado de muchos de esos coches, con los motores medio averiados escupiendo negra mierda a volumen atronador, suspensiones destrozadas; raro es que el no va a abollado o sonando a crujido. Es lo que pasa si conduces a acelerones y derrapes, acercándote al culo del delante por norma general. El coche chocado mil veces y con la mecánica destrozada. Coches de 10 millones de pelas sonando como un Seiscientos en las últimas. Eso sí que produce asma, esos motores. Y cáncer.

Pero esto pasa cuando el país está gobernado por lobbies de los hidrocarburos y gas, y Moscú es un Estado dentro del Estado, la ciudad con más multimillonarios del planeta, un enorme pozo negro de ultracapitalismo surgido de la especulación, el tráfico de drogas y armas, todo dominado por la corrupción. La bicicleta es un enemigo. No mueve dinero y su mera existencia y uso ataca las bases del sistema.

¿Qué puedes esperar de un “gobierno” que pretende legalizar las armas porque un informe bajo el que se esconde la mano del lobby armamentístico afirma que “la sociedad rusa está madura para ello”? ¿Un país con un grave problema de alcoholismo y enfermedades mentales está maduro para usar armas libremente? ¿Qué quieren, diezmar a la población?
Ya me imagino cómo van a acabar las discusiones en esos accidentes de tráfico que veo habitualmente. Mejor no echarle la bulla a un borracho por tirarte una lata de cerveza, que lo mismo lleva un hierro. O qué puede pasar en una mani de la oposición a manos de presuntos “incontrolados”. De flipar.

En Rusia existe una especie de campaña, "Stop Jam", que es algo así como "paremos a los abusones". Se dedican a grabar y recriminar en público a los conductores que se aparcan donde les da la gana: en la acera, en los pasos de cebra, en las paradas de bus, en mitad de un carril. Si los conductores se ponen chulos, no cumplen el reglamento, les colocan, por ejemplo, un pedazo adhesivo en el cristal que pone algo así como: "No respeto a los demás". 
Suben vídeos y tienen una web. No sé quién andará detrás de esta iniciativa que pretende enfrentarse al salvajismo innato que otras sociedades eslavas (bielorrusos, por ejemplo) denuncian respecto a los rusos. Bueno, mirad lo que saca el prenda en este vídeo, en 00:20.



Sigo con las bicis.
Hasta los patéticos intentos de “carril bici” son eso, patéticos. Inaugurados  a bombo y platillo como un intento de demostrar que “somos europeos”, el carril bici es esto:



Y este es el segundo:



Las imágenes hablan por si solas: una trampa mortal para ciclistas, apenas medio metro de ancho en avenidas donde los coches se colocan a 100 km/h si les apetece, incluso con las alcantarillas de rejilla  en el sentido de la rueda en medio del trayecto; que además, a las dos semanas ya estaba destruido:

El “ambicioso” plan de carriles bici, prevee un total de 70 kms de carril bici para 2016. O lo que ellos llaman “carril bici”. 70 kms de carril bici para Moscú es una jodida miseria, siendo una ciudad de más de 38 km de norte a sur y 29 de este a oeste, si nos limitamos al interior del anillo de circunvalación MKAD http://maps.yandex.ru/?ll=37.648570%2C55.755342&spn=1.084900%2C0.328750&z=11&l=map&rl=37.36910533%2C55.74639627~0.47241211%2C0.00542194.

Una miseria. Y la mayoría de esos “carriles bici”, me da la impresión que irán por zonas inútiles, como parques, campus universitarios y demás, zonas con limitaciones ya existentes al tráfico de vehículos. Y pretenden con esto hacer de Moscú “la ciudad más amigable para la bici en todo el mundo” JA JA JA JA:

Frente a los 516 km que se estiman para 2016 en Madrid, una ciudad cinco veces más pequeña. Cuyos carriles bici también dejan mucho que desear, y lo dice un usuario habitual desde Getafe a Entrevías.

Y que quede claro, que la inversión en carriles bici me parece un error para normalizar/recuperar la bicicleta como vehículo urbano y que se deberían limitar a puntos concretos. Lo que es necesario es ser civilizados, educados y respetuosos y saber conducir y vivir en comunidad, no segregarnos e invertir millones en nuevas cementadas y asfaltadas en ciudad, menos todavía en tiempos de crisis.

Según un estudio reciente, un 43% de los moscovitas estarían por la labor de moverse habitualmente en bicicleta. Pero creo que gran parte de ese 43% son también quienes luego te ven como un impedimento para llegar al siguiente atasco antes.

En fin, que esto no es Europa, ni siquiera la europa sureña más irrespetuosa con la carretera y mas reaccionaria con el tema de la bici, es decir la España garrula y cañí. Aquí el rechazo a la bicicleta urbana diría que casi es cultural y desde luego es sistemático, el propio poder te ”sugiere” que no la uses.  No quieren bicicletas, por mucho que se llenen la boca con sus ridículos 70 km de carril bici para 2016 y proclamen a los cuatro vientos que Moscú va a ser la “ciudad más amiga de la bicicleta en todo el mundo”. Pero qué hijos de puta.



Y aún así...

...hay que salir con la bici, hay que salir a la calle con ella y aportar tu pequeño granito de arena a un cambio con ese gesto. A pesar de los sustos, golpes, la atmósfera de brutal hostilidad, etc, el hecho de montar en bicicleta por ciudad es en sí mismo un acto positivo de cambio. Sólo tenemos que encontrar el equilibrio entre el uso reivindicativo y el riesgo a la integridad física. Saber cuándo es mejor subirse a la acera unos metros, o en el caso de Moscú, bajarse de la bici y cruzar una avenida por un paso de peatones subterráneo (las personas, como las cucarachas, por el subsuelo, los coches como señores de la guerra imponiendo su no-ley en la superficie). 

Vivimos unos tiempos de conflicto extremo, hay una guerra declarada entre los señores de la economía y las gentes de a pie, que normalmente colaboran con su inactividad o tácito permiso silencioso a esa misma situación que les oprime.

Pues bien, usar la bicicleta, a fecha de hoy, sin más pretensiones que moverte por la vida sin depender de prótesis a motor e industrias petroleras, atenta contra la base misma de esta situación. Usar la bicicleta, siendo como es, algo normal, sin dramas ni medallas, es un acto revolucionario de facto, lo queramos o no, y que nos hace más personas. Introduce una nota de color en el atasco, en nuestras vidas, una reflexión en el pobre diablo que gasta cada mañana hora y media de su vida para un trayecto que en bicicleta le supondría cuarenta minutos y fuente de satisfacción. La sensación de independencia y control sobre tu vida que te da una bicicleta en la ciudad no tiene parangón. Ni siquiera ser peatón lo logra. Hay que coger la bici.

Además, como decía Mr Natural, toda nube negra tiene un borde brillante. A pesar de este panorama de terror apocalíptico que he pintado sobre el ciclismo urbano en Moscú, como mimado europeo del sur, desde mi experiencia puedo destacar varios puntos positivos.

Mr. Natural, un tipo natural.


  • Ha habido un auge de la bicicleta este año. No se usa mucho por la calzada, pero se ven muchísimas por las aceras. Hasta el cycle chic y “fijismo” se han hecho un hueco, formando parte de la tendencia global de snobismo bicicletero. Cierta atmósfera de recepción positiva.
  • Los conductores de Moscú han variado sus hábitos desde 1999, cuando la visité por primera vez. Ahora , por ejemplo, no se saltan los semáforos por el carril contrario ni circulan por las medianas o los arcenes o las aceras. Por lo menos no tanto como antes, que en mi primera visita FLIPABA.
  • Comienzan a aparecer asociaciones e instituciones dedicadas a la promoción de la bicicleta como vehículo urbano.
  • También me he sentido más seguro en la bici de lo que me esperaba. Esto me ha sorprendido, porque al parecer, entre las nuevas generaciones de rusos, que viajan y pretenden ser europeos y modernos, parece haber prendido una chispita de lo que han visto por ahí fuera. Me he encontrado con más respeto del que esperaba.
  • La existencia de trolebuses es una ventaja: circular tras ellos es más seguro y limpio que tras un autobús a gasoil, que es un veneno para el ciclista madrileño. Como todo transporte urbano de cableado eléctrico, un trolebús despeja mucho la circulación, no contamina y pacifica la velocidad de una vía.
  • He descubierto que las luces nocturnas parpadeantes ponen en alerta a muchos de estos conductores. El amor que tienen por la decoración de luces de led (supermercados y hoteles que viven todo el año en navidad) parece derivar en un mayor respeto al ciclista. Hoy he viajado con 4 luces parpadeantes, tres en la trasera, dos de ellas a la altura de la mochila y a través del chaleco reflectante y he notado una diferencia notable: no se me pegaban tanto a la rueda, no me adelantaban tanto para aparcarse/pararse bruscamente delante de mí en los siguientes 20 metros, y varias cosas por el estilo. No sé si se pensaban que era la policía o una ambulancia, o simplemente han reconocido un respeto por la señalización y el código de circulación y han operado en consecuencia. O simplemente me han visto desde más lejos.
  • Por las noches las calles quedan muy transitables. Desaparecen esos atascos monstruosos en los que la gente deja el coche abandonado en una acera para ir a recuperarlo al día siguiente (esto es así, no me lo invento). Las noches de verano son una delicia para circular en bici. Las espaciosas aceras sin peatones,  reducción enorme del número de vehículos, un agradable fresquito frente al sofoco del día…
  • No corro con la bici. Nunca he sido muy de correr, pero ahora menos. Conclusión: vivo más tranquilo en general, pues no llevo prisas en una ciudad donde la gente parece hacer records olímpicos cuando marcha por la calle o los pasillos del metro, siempre a toda ostia y ARRIMÁNDOSE al que tiene delante (conducen como andan). No correr con la bici me hace estar más atento a todo, ser más consciente de mi ser como ciclista urbano y poner distancia entre la situación y yo, no dejarme llevar por calentones ni reacciones primarias. El freno contrapedal ayuda a obligarme a no correr, pues no es tan ágil como un leve apretón de mano. Mucho más fiable, eso sí, aunque llueva de la ostia. No sé cómo he podido vivir tantos años sin freno contrapedal.
  • Me he vuelto a preguntar si mis prejuicios se sobreponen a la realidad o se fundamentan en la experiencia (y por tanto dejan de ser prejuicios). Me como la cabeza mucho sobre la gente, el ser humano en sociedad, sobre qué hago aquí y cómo hacerlo.  Quemar calorías y segregar endorfinas dando pedales ayuda a terminar esos laberintos mentales con una actitud positiva que te ayuda a seguir adelante cada día.

martes, 7 de agosto de 2012

Un paseo por el río.

Cuando vuelvo de ensayar los domingos a eso de las 14-15:00, a veces aprovecho y en lugar de rodear la ciudad por las avenidas de anillo que la van acotando, tiro para el centro con la bicicleta, siguiendo el río Yauzá, que discurre a la espalda de la fábrica donde ensayamos, y desemboca en el Moskvá, a un kilómetro del Kremlin, más o menos. Luego atravieso hacia el Norte por el centro de Moscú, que el domingo está bastante descargadito y festivo.
El pasado domingo llevaba el móvil y tiré algunas fotillos del curso del río.

Ah, no os penseis que hay un estupendo carril bici o acera a lo largo del río. Esto es Moscú, y el coche es el amo. Los pedazos asfaltados duran una distancia determinada y luego puedes tener situaciones bastante jodidas para cruzar a otra zona transitable. Moscú no esta pensada, en 2012, para la gente ni para ser sostenible en ningún ámbito.


Uno kilómetro más alla de esa curva, está Elektrosavod, donde ensayamos, tras el edificio en obras, con la malla verde.




La única esclusa que he visto  a lo largo del Yauzá.




Estas gabarras recogen las cosas que flotan en el río: plásticos, ramas y troncos, bichos muertos... Los que curran en ellas tienen hecho un pequeño apartamentito en el puente de la nave. No parece mala vivienda.




Parquecitos con buena pinta. Instalaciones eléctricas e hidráulicas en forma de templete clásico. El  inconveniente son los borrachos problemáticos que andan siempre pululando por ahí.




Ahí veis un puente de peatones para cruzar el río. En esa avenida los coches superan fácilmente los 100 kms/h. ¿Creéis que alguno respeta el paso de cebra que se ve?




Uno de los 7 rascacielos conocidos como "las siete hermanas". En concreto es el llamado
Kotelnicheskaya Naberezhnaya. Casi en la confluencia con el Moskvá.



Un ejemplo de la arquitectura hortera y moderna que triunfa en la ciudad desde la caída de la URSS, aunque este edificio puede que sea anterior. El casco antiguo es una masacre del patrimonio histórico de la ciudad. Hay que colocar el acero y el cristal de las megacorporaciones de los combustibles fósiles y la especulación financiera sobre el corazón de la historia moscovita...




Un detallito de las vallas que acotan el Yauzá.