Bueno, pues esta es la segunda bicicleta que estamos recuperando. Prácticamente ya está terminada, aunque ha sido muy frustrante a veces, porque a fin de cuentas, es una máquina de 1958, y las piezas de hoy en día son porquería comparadas con las que estas bicicletas-tanque traían de serie.
Sudor, lágrimas y algo de sangre (siempre he sido un inútil para las tuercas y con la edad no mejoro, por supuesto) para limpiar las tripas y mecanismos de esta LVOV. Pero prácticamente ya está lista para rodar, muy acorde con el rollito cyclechic que está pegando por ahí. Limpiar o cambiar rodamientos, bujes, bielas, la horquilla, enderezar y pintar los guardabarros... Malos ratos que se olvidan cuando te montas en este pedazo de caballo de hierro, que a diferencia de todas las bicis que he montado hasta ahora, otorga la sensación de estar montando realmente en BICICLETA, un vehículo hecho para moverte por la vida, no un juguete ni un artículo de deporte destinado a sitios concretos, no para ocupar su lugar natural en un mundo civilizado: las calles.
Mañana voy a ensayar con ella, con mucho cuidado: porque sólo tiene el freno de contrapedal; porque aquí la gente conduce como monos (lo he dicho ya?); porque las cubiertas están en un estado cuestionable para darle un tute de tantos kilómetros (ir y volver con casi 30 kms por Moscú) y la cadena no parece disfrutar de las coronas y piñones de hace 54 años... no es una bici para hacer el cabra, sino para molar al desplazarte con estilo tranquilo por la ciudad. A ver qué tal se me da, y si pasa la prueba, ya se la regalamos a la hermana de Natalia y pasamos a la siguiente pieza a restaurar
Ah! Por supuesto: más bicis y menos coches. Esto es un atasco -eterno- en Moscú:
Esto es un atasco de Amsterdam o Copenhage:
Dónde se vive más y mejor?
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Y ahora el publireportaje.
Las fotos son de Natalia, claro está.
Sudor, lágrimas y algo de sangre (siempre he sido un inútil para las tuercas y con la edad no mejoro, por supuesto) para limpiar las tripas y mecanismos de esta LVOV. Pero prácticamente ya está lista para rodar, muy acorde con el rollito cyclechic que está pegando por ahí. Limpiar o cambiar rodamientos, bujes, bielas, la horquilla, enderezar y pintar los guardabarros... Malos ratos que se olvidan cuando te montas en este pedazo de caballo de hierro, que a diferencia de todas las bicis que he montado hasta ahora, otorga la sensación de estar montando realmente en BICICLETA, un vehículo hecho para moverte por la vida, no un juguete ni un artículo de deporte destinado a sitios concretos, no para ocupar su lugar natural en un mundo civilizado: las calles.
Mañana voy a ensayar con ella, con mucho cuidado: porque sólo tiene el freno de contrapedal; porque aquí la gente conduce como monos (lo he dicho ya?); porque las cubiertas están en un estado cuestionable para darle un tute de tantos kilómetros (ir y volver con casi 30 kms por Moscú) y la cadena no parece disfrutar de las coronas y piñones de hace 54 años... no es una bici para hacer el cabra, sino para molar al desplazarte con estilo tranquilo por la ciudad. A ver qué tal se me da, y si pasa la prueba, ya se la regalamos a la hermana de Natalia y pasamos a la siguiente pieza a restaurar
Ah! Por supuesto: más bicis y menos coches. Esto es un atasco -eterno- en Moscú:
Esto es un atasco de Amsterdam o Copenhage:
Dónde se vive más y mejor?
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Y ahora el publireportaje.
Las fotos son de Natalia, claro está.
Con qué se sostienen las bicis en Rusia?
Con una lata de medio litro de cerveza. Esto es Rusia.
Esto. Esto es cyclechic. Una churri guapa con ropa molona en una bici guapa y molona.
No apto para paletos amantes de coches caros...
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