El pasado martes comenzó a nevar. Una nieve menuda, chirimiri hecho copos. Andábamos a -2º, así que la cosa comenzó a cuajar.
Y pasaron dos días sin apenas dejar de caer nieve, a veces copos más serios, a veces ese granulado blancuzco, ruido blanco de televisor. Se ha llegado al medio metro de nieve en algunas zonas de Moscú y sus alrededores. La nieve es como arena de playa, algo menos densa, pero muy intransitable. Andar por la acera es trabajoso, y sin calzado adecuado, algo peligroso.
Ha sido una auténtica tormenta de nieve, que ha llevado al ayuntamiento a avisar de situación grave. Además, los servicios de limpieza viaria han estado muy raros, no han pasado muy a menudo... la nieve se ha amontonado muchísimo en aceras y asfalto, había muchísimos lugares donde no podías saber dónde estaban unas y otro. Conclusión, muchos menos coches, mucha menos gente por la calle. Además la nieve es una barrera increíble para el sonido. El bramido apagado y constante de la avenida Leningradsky apenas ha sido un fragor sordo, susurrado, durante dos días. ¡Qué silencio!
Creo que si la cosa se mantiene, si no llueve o suben las temperaturas, esta semana todavía podré esquiar en Timiryazev...
Y pasaron dos días sin apenas dejar de caer nieve, a veces copos más serios, a veces ese granulado blancuzco, ruido blanco de televisor. Se ha llegado al medio metro de nieve en algunas zonas de Moscú y sus alrededores. La nieve es como arena de playa, algo menos densa, pero muy intransitable. Andar por la acera es trabajoso, y sin calzado adecuado, algo peligroso.
Ha sido una auténtica tormenta de nieve, que ha llevado al ayuntamiento a avisar de situación grave. Además, los servicios de limpieza viaria han estado muy raros, no han pasado muy a menudo... la nieve se ha amontonado muchísimo en aceras y asfalto, había muchísimos lugares donde no podías saber dónde estaban unas y otro. Conclusión, muchos menos coches, mucha menos gente por la calle. Además la nieve es una barrera increíble para el sonido. El bramido apagado y constante de la avenida Leningradsky apenas ha sido un fragor sordo, susurrado, durante dos días. ¡Qué silencio!
Creo que si la cosa se mantiene, si no llueve o suben las temperaturas, esta semana todavía podré esquiar en Timiryazev...
El martes por la noche todavía se podía andar sin muchos problemas, incluso montar en bici.
El miércoles la cosa seguía, y el asfalto no estaba despejado, así que las aceras menos. Ya había que esforzarse en andar, clavando bien los talones y cuidado de ver cómo pisabas, que la nieve tapa muchas cosas, como agujeros o bordillos.
Pero hoy, jueves, ya la cosa se puso imposible.
Hoy he esquivado la bicicleta a la hora de ir a trabajar a otro barrio, y he ido andando. Con todo mi pesar, pero he hecho bien. Jamás he montado en bici en la nieve, y muchos menos con esta cantidad. No sabía cómo iba a reaccionar la bicicleta, aunque tenga cubiertas con clavitos. Para empezar a conocer mis posibilidades en este clima, he salido hoy por la noche a darme una vuelta. Agotador.
Es como pedalear en arena de playa, un poco menos densa. Imposible sin un desarrollo pequeño, de muchos pedales. Incluso en el asfalto, totalmente cubierto y lleno de rodadas. En 40 minutos casi rompo las costuras del pantalón del esfuerzo.
En el asfalto, mucho más transitable que las aceras (mucho más, por el paso de vehículos y los restos de sal de las máquinas), momentos de tensión cuando al atravesar una rodada especialmente alta la bici hace un extraño inevitable, y te desplazas medio metro a un lado u otro, medio derrapando. ¡Y eso que llevo las cubiertas finlandesas! Añadimos el distinto concepto de "distancia de seguridad / interpersonal" que tienen los rusos y lo mal, inconsciente y agresivamente que conducen y tenemos los ingredientes para un accidente.
Si no pasan las máquinas retirando nieve y esparciendo sal, cuando nieva tanto, mejor no coger la bici y buscar otras alternativas. Hace falta una Surly Pugsley para andar por aquí en estas condiciones.
Además, la limpieza tras cada desplazamiento... no es sólo quitar la nieve y secar la bici. Es el problema de la sal, que corroe el metal que da gusto. Hay que limpiar y secar de verdad toda la bici, y la cadena además hay que engrasarla... Un buen tute. Si coges la bici para recorrer cuatro kilómetros por motivos laborales y apenas tienes tiempo para llegar... y encima tienes que limpiarla... pues dudas mucho si cogerla o ir andando, modificando tus horarios un poco para que te de tiempo a llegar.
Cómo me ha jodido reconocer la derrota. Porque no es la nieve la que me ha llevado a esta conclusión. Es el factor humano, los coches, los que me hacen temer por mi integridad. De nuevo. No me importa caer y resbalar de una bicicleta, eso lo hacen los niños constantemente. Pero que me arrolle un gañán por no esperar 5 segundos y porque quiere llegar con mucha velocidad al siguiente atasco o semáforo en rojo es otra cosa. Que esto no es Copenhage o Gotemburgo, no te respetarán como allí.
Así que dejamos la bici para cuando no haya tormenta de nieve, o cuando la nieve no sea nueva, se haya aplastado con los días, se alcancen temperaturas bastante más inferiores (aún no bajamos de -5º en mi barrio, aunque en la región de Moscú se han llegado a -20º algunas noches en algunos puntos).
No conozco la nieve, los distintos tipos, cómo reaccionan, como andar o esquiar con ellos... ¡así que menos cómo reacciona la bicicleta! Tengo por delante semanas de pruebas y experimentos... ¡Que me he dejado un pastizal en las cubiertas! Natalia me dice que no me preocupe, que estos días son demasiado extremos incluso para los coches, y que el invierno tiene muchos días y nieves adecuados para la bici, que las voy a amortizar sí o sí. Eso espero, mi bautismo de fuego/nieve ha sido un poco frustante...